La evolución de la economía española ha estado anticipada por los movimientos en el mercado de valores, en el caso español por los del IBEX 35. En un país donde aún la mayor parte del tejido productivo del país reside en pequeñas y medianas empresas –PYMES- que no cotizan en bolsa, es sorprendente ver cómo la relación que se guarda entre las 35 empresas más “fuertes del país” y la evolución económica del país es más estrecha que la relación que mantienen la mayoría de las empresas que realmente soportan la economía real.
Invertir, sobre todo cuando la liquidez monetaria era efectiva (pues hoy la política expansiva del BCE es mayor que hace unos años pero es atraída casi en exclusiva para generar más deuda que requiera más emisión de moneda) fue un sistema de diversificación de carteras, incluso de aquellos de quienes se suponía que no tenían unos conocimientos lo suficientemente amplios como para operar en bolsa. Sin embargo, por algún tiempo fue un ventajoso negocio aunque mucho menos para quienes operaban desde la experiencia que quienes no. De hecho se ha visto que aquel auge de las inversiones en valores cotizados, sólo serviría en muchos casos para servir de punto de partida a las ganancias de otros (aquellos que supieron retirarse a tiempo con el dinero de la mayoría).
El futuro de la economía española, así como fue anticipado por los resultados en el IBEX 35, será anticipado de nuevo en el momento de la salida o quizá del más profundo declive. Un crecimiento sostenido de los valores que componen el índice española marcará a dos años vista, el crecimiento real de la economía española.
En este blog se habló ya hace tres o cuatro años sobre la recuperación de la economía española alrededor del año 2020 antes de que se supusiese que la crisis iría para tan para largo. Existen indicadores económicos –no políticos o periodísticos y más allá de modas- que no son útiles para anticipar ciertos hecho, aunque parezcan tan lejanos como una recuperación económica.
Por antonomasia 
